Las rabietas forman parte del desarrollo normal de la infancia. Entre los 2 y los 4 años, muchos peques atraviesan esta etapa donde las emociones son intensas y, a menudo, difíciles de gestionar. Aunque como madres y padres puede resultarnos agotador, lo cierto es que las rabietas cumplen una función importante: ayudan a los niños a aprender a expresar lo que sienten y a desarrollar poco a poco su capacidad de autorregulación.
¿Por qué aparecen las rabietas?
-
- Necesidad de autonomía: tu hijo quiere hacer cosas solo, pero aún no puede con todo.
-
- Lenguaje en desarrollo: a veces no encuentra las palabras para expresar lo que siente.
-
- Cerebro inmaduro: la parte encargada de controlar los impulsos todavía está en construcción.
Claves para acompañar una rabieta
-
- Mantén la calma: tu serenidad es el ancla de tu peque.
-
- Valida su emoción: en lugar de decir “no pasa nada”, prueba con “entiendo que estás enfadado”.
-
- Ofrece seguridad física: quédate cerca, aunque no quiera contacto en ese momento.
-
- Pon límites claros: acompañar no significa permitir todo. Explica con frases breves y firmes.
-
- Habla después: cuando pase la tormenta, es momento de enseñar y reflexionar juntos.
Recuerda
Las rabietas no son un signo de mala educación ni de “niños caprichosos”. Son oportunidades de aprendizaje y, con tu acompañamiento paciente, tu hijo irá adquiriendo poco a poco herramientas para gestionar lo que siente



